Himno al ajedrez

Cualquier equipo de fútbol tiene su himno, su propia poesía con su letra y su espíritu. Algunos, como el del Liverpool, son emblemáticos; cuando todo el estadio de Anfield entona el «You’ll never walk alone» (Nunca caminarás solo) se ponen los pelos de punta…

En España, tal sentimiento y un espléndido acompañamiento musical se unen, por citar un ejemplo, en el himno del Sevilla F.C.

Si actualmente el ajedrez es considerado como deporte – y aunque no fuera así daría lo mismo – ¿por qué no habría de tener un himno – si no general sí al menos para un equipo -? Ilustres literatos como Borges, por citar uno, ya escribieron sobre el ajedrez fantásticos poemas. ¿Por qué no volver a intentarlo?

Aquí en España no es frecuente ver a equipos de chicos formando una «melé estilo rugby» antes de un encuentro, pero en otros países sí…

En cierto modo acude a la mente la memorable historia De chicos de la calle a caballeros reales. ¿Por qué uno no puede – como aquellos chicos de las calles de Harlem – ser un Caballero Real durante al menos unos instantes y formar parte de una Gran Historia?

Así que cuando unos jóvenes plagados de espítiru romántico y muy ilusionados con sus futuras batallas ajedrecísticas se cruzaron en mi camino con unas inmensas ganas de mejorar pensé «¡qué demonios, ¿por qué no intentar emular a Borges y compañía?»

(Curiosamente el poema de Borges anteriormente citado también menciona el nombre Omar; se trata de pura casualidad, pues estos tres jóvenes se llaman Alex, Carlos y Omar).

Una vez dado paso al pensamiento creativo con nuestra conocida pregunta «¿y si…?», veamos lo que salió…

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Introducción:

Ya que me ha gustado bastante tanto la idea como el contenido, así como el espíritu de sus creadores ;), y recordando viejos poemas épicos, he decidido escribir aquí – con permiso de sus mercedes – unos versos que espero lleven a gala en tales suertes.

Y por cierto, digo yo – mi memoria no recuerda -, ¿hay compañía sin himno, sin canto ni melodía, que no afronte la batalla lanzando al aire sus vivas?

Bueno, esperando que les guste, allá vamos, caballeros:

Nuestro sino es ser soldados
nuestra espada es la justicia
son nuestro fiel aliado
sesenta y cuatro casillas.

Las batallas serán duras,
mas no menos los soldados,
si uno es presa de captura
otro viene a rescatarlo.

Cabalgamos siempre en grupo,
eso que llaman «equipo»,
buscamos el mismo fruto
pero en distinto racimo.

Son las piezas los vasallos,
el tesoro es la estrategia,
semejante enredo extraño
no puede perder contienda.

Van primero los peones
siempre son buen adalid
bien aplacan los temores
de la forma más servil.

Luego vienen los corceles
saltando en L de tres
ya se olviden los noveles…
¡pronto caerán en su red!

Al principio eran obispos,
ahora los llaman alfiles,
no importa, pues da lo mismo,
son bravos en tales lides.

Cortando las diagonales,
divisan las cuatro esquinas
elegantes como sables
adónde llega la vista.

Mas no falta un buen castillo
bien: dos torres, si me apuras,
nunca llegan al estío
avanzando con premura.

Dícese que mueven «recto»
pero no lo juraría,
cuando haya buen arquitecto
¡que volaran, se diría!

Mas me viene a la cabeza
que falta algún personaje…
¿no está lista la nobleza
para unirse a un buen ataque?

Una dama valerosa,
un buen rey poniendo orden,
no puede tamaña honra
derramarse por los bordes.

Pincelan esbelto lienzo
¡mas no todo son galones!
si no lo digo reviento…
¿quién lleva los pantalones? :)

(Voz a coro, conjunta)

Combatimos siempre a muerte
por un glorioso destino
como ya dijo Reverte…
¡no queda sino batirnos!

Sin embargo, más allá,
alguien mueve nuestros hilos,
son Carlos, Alex y Omar…
¡luchando como vikingos!

Entre susurros de armas
arde un cielo ya encendido
pues todas estas hazañas…
¡NO CAERAN EN EL OLVIDO!