Estudio UK: ¿Ayuda el ajedrez a mejorar en matemáticas? No, o quizá, o quién sabe (1)
Mientras Amy pone a prueba tu habilidad matemática veremos que el ‘chexit’ de este estudio de Reino Unido es muy poco claro. Incluso puede que tenga poco que ver con el ajedrez en sí…
Leer sólo los resultados de un estudio es como mirar la punta de un iceberg: hay que sumergirse para ver por qué pueden estar pasando las cosas.
Digo ‘Chexit’ porque el resultado del estudio fue un claro «no» a esta supuesta mejora, como luego veremos.
Liverpool, junio de 2015. Te llamas Amy y ya has cumplido los 11. Hace un año que terminaste las clases de ajedrez del cole. Tus profes guardaron en secreto que formabas parte de un «experimento», para averiguar qué tal se te daban las matemáticas precisamente en este momento.
– ¡Cómo! ¿Ahora?
– Yes, a alguien se le fue la lengua y el test de matemáticas que tienes delante también servirá para ver si el ajedrez te ha ayudado a mejorar esta habilidad. Respira hondo, Amy: luego viene Lengua inglesa y Ciencia… ¡pero lo harás muy bien!
La primera pregunta del test matemático es: ¿podrías dibujar el eje de simetría de estas figuras?
© Crown copyright and Crown information 2015 Fuente (enlazada por el estudio; mostrada con efectos ilustrativos)
Mientras Amy traza las líneas haremos una lista rápida para saber cómo acabó metida en esta historia. La Education Endowment Foundation de Reino Unido llevó a cabo un estudio que incluía el ajedrez en la temporada escolar 2013-14. El Proyecto fue independientemente evaluado por un equipo de la University College London (UCL; contacto estudio: John Jerrim)
Detalles del estudio (ver imagen inferior; datos tomados del Informe del Proyecto ):
- 4009 niñas y niños de Reino Unido (luego menos, 3865)
- muestra aleatoria, grupos intervención y control (mitad alumnos cada uno, aprox.)
- pre-tests, efectuados en 2011
- 9 y 10 años de edad (etapa de primaria, Year-5, KS2)
- 100 escuelas públicas, de varias zonas geográficas diferentes*
- octubre de 2013/julio de 2014: 30 horas de clases de ajedrez (una por semana)
- junio de 2015: test KS2 (nacional), para comprobar «resultados» (sí, un año después, has leído bien)
De ahí que el Proyecto se llamara Chess in Primary Schools .
* En realidad, también había otro tema importante para la elegibilidad de las escuelas, relacionado con las comidas escolares gratuitas (37%, o más, alumnos seleccionados en los últimos 6 años, etc). ¿Qué importancia puede tener? Pues, quizá, el típico de no poder controlar la interacción entre variables… como sugería la relación aborto/reducción de la violencia en el libro Freakonomics .
En los colegios con más baja proporción de comidas escolares gratuitas podría haber habido un mayor acceso, previo al estudio, al juego del ajedrez. ¿Y qué ocurre? Que algunos de estos niños y niñas se quejaron de lecciones de ajedrez demasiado lentas y poco atractivas…
Las clases de ajedrez tuvieron lugar entre octubre de 2013 y julio de 2014. El test de Amy ocurre un año después. Imagen tomada del Informe del Proyecto Chess in primary schools (licencia)
Los encargados de impartir las clases de ajedrez serían 23 monitores especializados en ajedrez. Como puedes calcular, a alguno le tocaban varias escuelas, e incluso se daban unas cuantas clases seguidas en diferentes cursos. Se emplearía el currículum oficial del programa Chess in Schools and Communities (CSC), el cual toca también temas del currículum escolar.
¿Objetivo? Comprobar con estos tests lo que habían sugerido los estudios Does playing chess improve math learning (Romano y Boruch; Italia, 2011) y The effect of chess on mathematics test scores (Rosholm; Dinamarca, 2015)
¿Podrán 30 horas de ajedrez aumentar los logros educativos de Amy y sus compañeros de 10 años en matemáticas?
Y, como objetivos secundarios – ya que estamos -, ¿también en Lengua inglesa (lectura) y Ciencia?
Algo que sucede en los estudios: los planes no siempre salen bien. Se proyectaron 30 horas, pero esto fue lo que ocurrió realmente. Imagen tomada del Informe del Proyecto Chess in primary schools
George – el padre de Amy, y quien desveló el secreto -, no lo tiene tan claro. No llega a tener pesadillas, pero le da vueltas (lo cual tiene bastante sentido, ya que es panadero). Para empezar se hace varias preguntas:
– ¿Qué pasaría si yo me encargase de realizar 10 estudios como éste?
– ¿No hay muchas variables a tener en cuenta (cada niña/o es diferente, qué interés mostrará, cuál será la habilidad de los monitores a la hora de enseñar temas relacionados con matemáticas…)?
– ¿No arrojarían 10 resultados diferentes?
– ¿Realmente son reproducibles estos estudios, igual que puedo fabricar barras de pan, más o menos iguales?
Podría añadirse: ¿u ocurre como en Psicología y otras ciencias, donde más del 50% de estudios no supera esta prueba?
Para seguir, y esto es importante para él, no comprende cómo Amy ha podido mantener esas supuestas mejoras si le están haciendo el test un año después… ¡y apenas ha jugado entre una y tres partidas de ajedrez al mes, a regañadientes, durante en ese lapso de tiempo! ¡Nada más!
Porque él sabe que, si a una niña le gusta de verdad una actividad, no la practica tan pocas veces. Hasta su vecino Harry, al que le gusta esquiar aunque no se le da muy allá, es capaz de enfrentarse – literalmente – a la nieve y el hielo… ¡más a menudo!
El estudio habla de estudiar los efectos de la intervención «a medio plazo» (un efecto duradero). Pero ¿ocurre de verdad? No lo cree. En su ignorancia del asunto – sus fuentes no le han dicho más – le parece evidente que se quieren aprovechar las pruebas nacionales (los tests) para medir estos logros. Sólo por ello – cree – se ha esperado un año, en lugar de medir el efecto al terminar el estudio, que sería lo más lógico.
Imagen tomada del Informe del Proyecto Chess in primary schools
El 39% del grupo de ajedrecistas – incluida Amy – jugó entre 1 y 3 partidas al mes, cuando se hizo la encuesta (7 meses después de la intervención). ¿Realmente les apasiona a estos chicos/as el ajedrez? No lo parece… Pero más serio aún es ese 34% de alumnos/as… ¡que no jugó al ajedrez durante esos 7 meses posteriores al estudio!
¿Realmente les apasionaba a estos chicos/as el ajedrez?
¿De verdad se pueden conservar así las supuestas mejoras conseguidas con la práctica de una habilidad, durante un año? En la entrevista con Daniel Escobar – que va a ser de larga como Lo que el viento se llevó – , cuando hablemos de ‘fadeouts’ y efectos que se pierden con el tiempo, profundizaremos en estos temas.
¿De verdad se pueden conservar, sin apenas practicar la habilidad durante un año, las supuestas mejoras conseguidas con la práctica de una actividad?
Amy suspira: los problemas de bloques que forman figuras «le cuestan». Visionar cubos en su mente requiere un importante esfuerzo de concentración, pero es capaz de hacerlo. De hecho, ¡que era capaz de concentrarse a fondo fue una de las habilidades que tenía en estado letárgico y le despertó de nuevo el ajedrez!
Así que se enfrenta con valor a una pregunta del tipo «¿cuántos cubitos de 1 centímetro de lado harían falta para cerrar la figura? Es decir, para que tenga 5 cm de largo x 5 de ancho y 3 de alto.»
© Crown copyright and Crown information 2015 Fuente
«Pero lo que nunca hicieron en la actividad de ajedrez fue un ejercicio como éste» – pensaría su padre -. Plantearon juegos con cuadrados y triángulos en 2 dimensiones, ok. Pero, si no practicaron con este tipo de figuras tridimensionales… ¿cómo podría el ajedrez ayudar a transferir esta habilidad espacial? No se puede transferir algo que no se trabaja… ¿o sí?
Si lo que nunca hicieron en la actividad de ajedrez fueron ejercicios concretos de ciertos subdominios matemáticos, ¿cómo podrían transferirse tales habilidades matemáticas desde el ajedrez?
Mary, su mujer y profesora de secundaria favorita (que, además, tuvo acceso a los datos del estudio en tiempo real, que luego su marido se encargó de hacer semipúblicos), le explicó algo interesante. Dijo que la forma de mejorar estas habilidades era, simplemente, investigar los métodos para resolver los problemas: cómo y por qué funcionaban. Así una y otra vez, hasta que esta forma de pensar se convirtiera en una rutina.
«Teaching thinking skills, honey«, decía. «Si a Amy le enseñaran en primaria hábitos y rutinas de pensamiento básicos, y técnicas heurísticas, podría resolver cualquier problema… ¡incluso uno de bloques!». Luego añadía que en secundaria «era demasiado tarde», lo cual George no terminaba de comprender del todo (pero no lo preguntaba por el sentimiento que detectaba en las palabras de Mary).
Probablemente la madre esté en el camino correcto, como sugiere el estudio italiano de 2015 de Trinchero y Sala Chess training and Mathematical problem-solving: The role of teaching heuristics in transfer of learning. Hablaremos a fondo de él, así como de las habilidades y rutinas de pensamiento (Perkins, Costa, Swartz..), en la entrevista de Escobar.
© 2016 iSER, Eurasia J. Math. Sci. & Tech. El estudio citado. Las señales y apuntes rápidos de la derecha son míos (Jorge, Ajedrez escolar). Obsérvese el comentario sobre los «efectos que desaparecen» y la duración de un año (más allá de 30 clases de ajedrez, p. ej.). Giovanni Sala, al igual que Gobet, trabaja en Liverpool. ¿Conocerán a Amy?
George aún no lo sabía, pero un año después – julio de 2016 – los periódicos ingleses se harían eco del estudio con la forma habitual de mezclar ingredientes de todo tipo en titulares que ruegan «Readme, please«. En este caso, mezclando la inteligencia con jugar al ajedrez; como si fuera tan sencillo que bailaran juntos al son de un twist.
Así aparecieron, casi en serie, Playing chess doesn’t make your children any smarter, study finds y Playing chess does not make children cleverer, study finds, con cleverer queriendo decir lo mismo que smarter (más inteligente).
Todavía no sabemos lo que es exactamente la inteligencia – que si fluida o cristalizada, que si redes neurales frontales y parietales, que si g está bien o deja fuera del tiesto cosillas varias – y resulta que el ajedrez ya la mejoraba… No está claro el debate genética/entorno – parece apuntar más bien a un GxE, con un intercambio muy dinámico – y Christopher McGovern, presidente del Campaign for Real Education dice en el artículo: «El ajedrez puede desarrollar y nutrir la inteligencia innata, pero no otorgará [tal] habilidad». En fin…
Si todavía no está claro qué es la inteligencia, ¿cómo podemos afirmar que el ajedrez la mejora?
¿Otro problema matemático? Bueno, pero este no es tan relajante, aviso… Los artículos mencionados se hacen eco de ciertas estadísticas del estudio que confunden sobremanera al lector. ¿No sería mejor poner cantidades numéricas aproximadas, en lugar de porcentajes? Allá va una gorda: «a la mitad de alumnos le gustaban mucho las lecciones [de ajedrez] y a un tercio de ellos les gustaba «un poco». Menos de uno entre diez dijeron que no les gustaron las lecciones.»
Imagen tomada del Informe del Proyecto Chess in primary schools Desconozco los detalles de este aspecto de la encuesta, pero ¿qué pensarías si le preguntas a un niño o niña si le ha gustado una actividad y te contesta que «un poco»? ¿No sería mejor establecer una mayor graduación en la encuesta? Lo cual seguro pensaron, claro está…
Pues esas son las cifras concretas del estudio. Y ahora te presento el cuadro de Wimbledon completo – participantes en el estudio, y los que fueron cayendo – a ver si eres capaz de escribir sólo con números arábigos a cuántos alumnos representaban los porcentajes anteriores…
Imagen tomada del Informe del Proyecto Chess in primary schools
Antes de continuar poniendo los resultados del estudio «a pelo» vamos a ver cómo va la sonriente Amy… a quien – por fortuna – le queda una buena temporadita para empezar a leer la prensa.
Resuelto el problema de los cubos tiene ante sí una especie de balanza… donde el «peso» de los triángulos se descarga – se suma – en el círculo, y luego éste aligera 6 unidades de «peso» sobre el cuadrado. ¿Qué números faltan?
© Crown copyright and Crown information 2015 Fuente
Y ahora, lo prometido es deuda: vamos a ver los resultados del estudio. Luego, obviamente, comentaremos «detalles internos»; es decir, lo que puede haber en la parte del iceberg que está por debajo del nivel de nuestra primera impresión de congelamiento.
Las siguientes tablas muestran el tamaño del efecto de la intervención (segunda columna por la derecha) en el test de matemáticas (tabla 10), así como en el test de lectura y ciencias (tabla 11). Básicamente, el tamaño del efecto (diferencia entre ajedrecistas y grupo de control) fue… cero. El impacto también fue similar entre chicos y chicas.
Básicamente, el tamaño del efecto (diferencia entre ajedrecistas y grupo de control) en los tests de matemáticas, lectura y ciencias fue… cero.
Y – ojo – cero aquí no quiere decir que la cosa se queda como está, es más bien algo como «se ha perdido el tiempo» (se podían haber hecho otras cosas más útiles). Claro que, bien mirado, igual es más objetivo pensar que, si lo hubo, quizá «se ha perdido con el tiempo»…
Imágenes tomadas del Informe del Proyecto Chess in primary schools
Llegados a este punto, el señor McGovern (citado antes) arremete contra ciertos padres de forma algo agresiva: «Esta última investigación es una llamada de atención (wake up call) para los padres molestos que hacen de la vida de su hijo una miseria por una ingenua creencia en milagros educativos.»
Palabras duras, pero habría que ver si no son, al menos, parcialmente ciertas. Mucha gente parece creer que jugar al ajedrez «mejora la inteligencia», o que podría ayudar a subir las notas en matemáticas (lo cual no necesariamente implica entenderlas) de sus hijos e hijas. Pero, como pensaba el padre de Amy, es poco probable que esta transferencia ajedrez-matemáticas ocurra de forma espontánea, salvo quizá en algunos subdominios con vínculos comunes claros (aritmética, etc).
Sir Kevan Collins, director ejecutivo de la Education Endowment Foundation (que llevó a cabo el estudio) dijo algo más sensato: “Mientras las escuelas deberían tener precaución sobre la introducción del ajedrez como medio para alcanzar ciertas metas académicas [NT: to raise attainment] no deberían […] dejar de asegurarse de que se le ofrece a los alumnos formando parte de un currículum enriquecido.» Es decir, enseñar ajedrez por su valor intrínseco; dejando de lado que pueda servir, de alguna manera, para «mejorar las notas»…
Por ahora lo dejamos aquí. En la segunda parte analizaremos los detalles clave que parecen convertir este estudio en un experimento que, por varias razones ajenas al ajedrez en sí, no salió – ni de lejos – como se esperaba.
Continúa en la segunda parte
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